¿Ganará Alexander Zverev un Grand Slam alguna vez en su carrera? Seguro que muchos se han hecho esta pregunta a lo largo de la mañana de hoy, cuando han visto las diferencias existentes entre él y el número 1 del mundo, Jannik Sinner. Había quien confiaba en sus posibilidades en la final del Open de Australia, pero lo cierto es que desde el primer minuto, el alemán no ha confiado en la victoria. Y si él no lo cree, difícil que alguien lo haga por él.
Por tenis, todos estamos de acuerdo que Sascha tiene opciones de ganar un grande. De hecho, ha estado a un set en dos ocasiones. El problema para él es que ya son muchos años acercándose, creando expectativas y acumulando presión desde su país, para verse siempre con la puerta cerrada en sus narices. Es normal que se sienta completamente desmotivado. Sus palabras durante la ceremonia de entrega de premios así lo atestiguan.
“No soy lo suficientemente bueno”, aseguró Sascha frente a todos. El resultado de hoy le golpeó de lleno en su estado anímico. Cuando llegó al circuito, se vio por detrás del Big 3 y esperó pacientemente su oportunidad. Una vez que dos de los tres ya no están y que Djokovic casi está más fuera que dentro, ahora ve cómo los de la generación de los 2000 le pasan por la derecha. Desde que irrumpió en el circuito, se ha puesto a Zverev como ganador de un Grand Slam, y él mismo así se lo ha creído, pero pasan los años y su moral empieza a desquebrajarse.
El principal problema de Zverev en los Grand Slams
En sus inicios, a Sascha le pudo la presión que se le puso desde su país, deseosa de tener un nuevo ganador de Grand Slam y una figura de talla mundial después de Becker. Eso le hizo llegar a estos torneos con una ansiedad y una presión muy grande, librando muchas batallas a cinco sets en las primeras semanas de competición. Aquello le dejaba fuera de juego para la parte importante del torneo.
Cuando pasó el tiempo y su tenis creció, la cosa mejoró, pero sus números en estos torneos seguían estando a años luz de aquellos que conseguía en los Masters 1000. En los Slams, Sascha nunca ha mostrado lo mismo que en estos otros. Australia, Roland Garros, Wimbledon, US Open. Estos torneos son otra historia. A nivel físico y mental, suponen un esfuerzo enorme y debes hacer las cosas tremendamente bien para ganar uno.
Zverev, con el paso de los años, ha ido generando un pequeño “miedo a ganar”. Cuando se ha visto cerca de vencer a un Top en uno de estos torneos, o cuando estuvo a un set de ganar las finales de 2020 y 2024, su tenis se vuelve rácano, la mano le tiembla y la cabeza le juega una mala pasada. Hablamos de 13 derrotas en 14 partidos ante Top 5 del Ranking en estos torneos. Estos números no pasan simplemente porque sí.
El propio Federer lo dijo hace unos meses, refiriéndose a por qué Zverev todavía no había ganado un Grand Slam. “Juega muy pasivo en los momentos decisivos. Debe buscar algo más. Dar un paso hacia adelante”, comentó el suizo. El propio Sascha lo reconocía. “No ha dicho nada que no sepa”, respondió.
La final de hoy la perdió antes de jugarla
Con todo esto en su mochila, sorprende que hoy Zverev saliera a jugar la final de Australia ante Sinner con ese approach mental. Parecía derrotado antes de disputar el partido. En cuanto se jugaron un par de juegos, su lenguaje corporal hablaba de una persona sin confianza, sin creencia en sus posibilidades. Mirada al suelo, hombros caídos, gesto serio. Y eso que solo habían pasado un par de juegos.
Eso nos dice que el trabajo mental de Zverev y su equipo fue el erróneo antes de esta final. No puedes salir a disputarte un Slam ante Sinner en esas condiciones. Si no crees en ti mismo, nadie más lo hará por ti. Ese “no soy lo suficientemente bueno” es la frase de alguien que parece haber arrojado la toalla y haberse rendido por completo. En el tenis, un deporte tan mental, lo principal es hablarte bien, confiar en ti aunque te sepas inferior al rival, y creer que puedes hacerlo. Sin esto, da igual las armas que tengas, no podrás ganar a tu rival.
Si Zverev ganará un Slam o no es algo que nos lo dirá el tiempo. Por tenis, está claro que de sobra. Su problema quizá esté en otro sitio. El tiempo corre en su contra, porque no paran de salir grandes talentos menores de 21 años que vienen con un hambre brutal con ganas de liarla en el circuito y las opciones cada vez serán menores. En su mano está trabajar para solucionar esto y que no termine su carrera con el título de ‘Mejor jugador de la historia sin un Grand Slam’.