Jannik Sinner y Alexander Zverev cuentan las horas para verse las caras en la final del Open de Australia 2025. Nosotros, los aficionados a este bendito deporte, también nos relamemos ante una final entre el número uno y dos del mundo, una circunstancia más extraña de lo que parece en la final de un Major, que, además, los enfrenta en el que posiblemente sean los mejores momentos de sus carreras deportivas. Una titánica lucha que dará fuelle al imperio que el italiano empieza a forjar o, en caso contrario, proporcionará a Zverev su tan anhelada primera corona de Grand Slam.
SINNER, LA CONFIRMACIÓN DE LA EXCELENCIA COMO RUTINA
Atravesando problemas físicos, luchando contra el calor, dosificando sus niveles de energía y de tenis y desplegando su mejor versión como aviso antes del duelo por el título. Así ha transcurrido este Open de Australia para el número uno del mundo, que cedió sets ante Schoolkate y Rune pero ha dejado su sello en los partidos de cuartos de final y semifinales, donde desmontó con precisión de cirujano los juegos de De Miñaur y Shelton para llegar en estado de gracia a la última cita del torneo.
Nadie descubre América si afirma que Sinner es el mejor jugador del mundo en pista dura. Parece serlo, además, con amplia diferencia... pero enfrentará a uno de los pocos tenistas capaces de ponerle en problemas en este suelo. Así lo confirma el cara a cara, favorable por 4-2 a Sascha, y su último enfrentamiento en Grand Slam: fue en el US Open 2023, la antesala al monstruoso cambio del italiano y la que a día de hoy es, por cierto, la última derrota en Grand Slams sobre pista dura de Jannik.
A su favor, claro, multitud de argumentos. El primero, la frialdad con la que ejerce una superioridad asfixiante. Sinner sofoca y somete a sus rivales y no muestra ni un ápice de piedad, alegría o emoción al hacerlo. Es una máquina despiadada que se amolda a la perfección a las pistas duras de la actualidad: sobresaliente en ataque, brillante en defensa, con un peso de bola bestial y una profundidad que supone su principal pilar, puesto que ese equilibrio entre riesgo y recompensa lo tiene totalmente masterizado. Su estado de forma, su tranquilidad al afrontar finales de Slam (2-0 es su registro) y el apartado mental le hacen ser el favorito indiscutible para proclamarse con su tercera corona de Slam, defender por primera vez un gran título y afianzarse como número uno del mundo durante varios meses.
ZVEREV, A LAS PUERTAS DE UN OLIMPO QUE SE LE RESISTE
Alexander Zverev ha llamado a la puerta de la gloria tenística en varias ocasiones. Por primera vez, Thiem lo deseó más y tembló menos al pasar al otro lado. En su segunda ocasión, un fenómeno murciano lo apostó todo a su físico y su tenis para arrebatársela en sus narices. Es de alabar, pues, que Sascha no se haya rendido y llegue a esta cita en un estado total de madurez no solo tenística, sino también fuera de la pista, donde sus numerosos errores en el pasado parecen haberse reducido y ha encontrado una clara estabilidad emocional y en su entorno.
Así pues, al Zverev actual nos lo creemos mucho más. Y no hablo de sus trastadas fuera de la pista, sino a las sensaciones que transmite en ella: maneja mejor los nervios, llega a la final siendo mejor en momentos claves (tiebreak del primer set ante Djokovic, el final de los dos primeros sets ante Tommy Paul) y tiene en el saque un compañero de viaje inquebrantable. No solo eso: sabe perfectamente cómo jugarle al número uno del mundo y, sobre todo, afronta esta final con menos presión que las anteriores, sabedor de que la vitola de favorito recae sin medias tintas sobre su rival.
El tipo de bola de Sascha, quitándole velocidad a sus golpes y obligando a Jannik a extender los puntos, ha funcionado a las mil maravillas en el pasado. Combinado con una monstruosa actuación al servicio, las credenciales para hacerle partido a Sinner están, desde luego, ahí. Encontrar el equilibrio será clave para besar las mieles del triunfo, aunque la mayor de las incógnitas no está en su raqueta, sino en su cabeza: ¿sería capaz Zverev de mirar sin titubear a los ojos de su primer Grand Slam? ¿Aguantaría la presión de estar en cabeza, o le abriría la puerta a su rival como pasó con Alcaraz en Roland Garros? ¿Se trasladará su renovada madurez a los momentos de tensión?
Preguntas cuyas respuestas conoceremos en apenas unas horas, en un partido con muchísima relevancia en lo que al circuito ATP se refiere. Un triunfo de Sinner sería la confirmación de que 2024 no fue un espejismo, de que el italiano parte como favorito en casi todas las plazas del circuito y la señal de que su reinado parece haber comenzado; por otro lado, la victoria de Zverev le elevaría como un legítimo candidato a ganar cualquier título, le podría liberar mentalmente para los partidos más importantes del año y sumaría un nuevo campeón de Grand Slam a una larga lista de honores. Pase lo que pase, preparen las palomitas, enciendan las alarmas y disfruten de la primera gran velada de la temporada. ¿And still or and new? Aquí estaremos para descubrirlo.