
No hay rival ni obstáculo al que Jenson Brooksby pueda parar. El joven de 24 años ha tenido una vida de dificultades desde que a los cuatro años le diagnosticarán autismo, mientras que durante su carrera como tenista profesional se rompió ambas muñecas y estuvo sancionado por dopaje, dejándole dos años fuera de las pistas. Pero ni con esas el estadounidense dejó de insistir y ahora sonríe con el título del ATP 250 de Houston en sus manos tras una semana llena de desafíos.
Brooksby desembarcó en Houston tres meses de su vuelta a las pistas y como era de esperar, los resultados no habían sido del todo positivos. Solo tres victorias desde inicios de año, dos de ellas en Indian Wells, y con un ranking bajo (507º) y muy alejado de aquella 32ª posición que consiguió en junio de 2022.
Su increíble semana en Hosuton estuvo cerca de terminar el primer día
Esta situación hizo que necesitara de una invitación para jugar la fase previa del torneo de Texas, dónde estuvo a punto de despedirse antes de tiempo y en su primer partido. Su rival, el argentino Federico Agustín Gómez, dispuso de una bola de partido para eliminarlo, pero el americano resistió y remontó el encuentro (3-6, 7-6(5), 6-4). Después no tuvo problemas ante Patrick Maloney (6-4, 6-2) y se metió en el cuadro final.
Tras aquel susto en la fase previa, Brooksby elevó el nivel en la primera ronda y se deshacía de Taro Daniel por 6-4, 6-4. Pero la primera prueba de fuego llegaría en su siguiente partido ante el cabeza de serie número tres, Alejandro Tabilo. Este encuentro podría resumir a la perfección el tenis y la vida de Brooskby porque mantuvo la esperanza y luchó hasta el final para defender tres bolas de partido y eliminar a uno de los grandes favoritos por 3-6, 6-4, 7-6(8).
Después de esta heroica resistencia, se tuvo que poner de nuevo el mono de trabajo para remontar a Aleksandar Kovacevic (2-6, 6-3, 6-4) y de esta forma se metía en las semifinales de Houston. Otro se hubiera dado por satisfecho, y más aún cuando en frente tenía al cabeza de serie número uno, Tommy Paul. Pero, simplemente, Brooskby no entiende lo que significa la palabra ‘rendirse’. Menos aún cuando en dos años ha sufrido dos fracturas de muñeca, una lesión en el hombro y una sanción por dopaje (se le acusó de saltarse varios controles).
Ante Tommy Paul volvió a asomarse al abismo cuando tuvo que hacer frente a otra bola de partido en contra, la quinta en una semana. Y allí se volvió a agarrar a la pista para neutralizar la tentativa y ganar el encuentro por 7-6(5), 3-6, 7-6(8).
Ya solo quedaba un paso para conseguir su primer título ATP después de dos años de auténtica pesadilla. Pero en la final, a diferencia del resto del torneo, fue el momento en el que menos sufrió y sorprendió al campeón de las dos últimas ediciones, Frances Tiafoe, por 6-4 y 6-2. Tiraba la raqueta al suelo y se llevaba las manos a la cabeza porque no se creía la hazaña que había conseguido después de haber estado a remolque y con un pie y medio fuera durante toda la competición. "Gracias a mi equipo por todo el camino, desde la clasificación hasta los puntos de partido en contra. Ha sido muy intenso, así que gracias por aguantar, cada partido, cada día aquí por mí", aseguraba el de Delaware durante la entrega de trofeos.
Lo conseguido por Brooksby en Houston ha sido todo un ejercicio de fe, superación y valentía, igual que cuando de pequeño llegó a pasar 40 horas a la semana con neuropediatras tras ser diagnosticado con un autismo no verbal (hasta los 4 años no habló). Él mismo lo confirmó en una entrevista con AP en diciembre: "Es algo que ya no me quiero guardar para mí mismo. Está claro que es un tema muy personal, algo que, durante mucho tiempo, no me sentía lo suficientemente cómodo para confesar en conversaciones con gente que quería mucho. Pero siempre pensaba en ello... y, con el paso del tiempo, quería contarlo".
Y una vez desvelado su mayor secreto, el americano sale a la pista sin nada que perder y con la necesidad de recuperar lo perdido en estos dos años. De momento, ha ascendido 335 puestos, desde el 507 hasta el 172. El camino por recorrer todavía es largo, pero que nadie dude de que Brooskby va a luchar hasta la última bola de cada partido. Ya lo ha demostrado en Houston y lo quiere seguir haciendo allá donde vaya.