Iga Swiatek afrontará la temporada 2025 con más miradas que nunca puestas sobre ella. La noticia del positivo por doping de hace menos de un mes sacudió el mundo del tenis como un terremoto, poniéndola en el disparadero por el timing (no supimos nada de ello hasta que la sanción se hizo oficial, con la temporada ya finalizada), forma (contaminación por una pastilla de melatonina, con una historia bastante creíble y con pocas lagunas, pero que ya ha sido destrozada por muchos) y comparativas con lo que vivió hace no tanto el número uno del mundo masculino, Jannik Sinner.
Esta circunstancia provoca que el análisis sobre lo que puede deparar su próxima temporada se vea lleno de nuevos matices. ¿Cómo lidiará Iga con la presión mediática en su primer torneo de regreso? ¿Cómo afrontará la multitud de preguntas que reciba sobre este caso en su primera rueda de prensa? El ejemplo de Jannik Sinner, estoico ante los medios y sin esquivar ni una sola cuestión, parece la maqueta perfecta para que Swiatek encuentre refugio, si bien la sensibilidad de su carácter puede plantear cuestiones que, quizás, moldeen su estado de forma al inicio de temporada.
VOLVER A REINAR Y MEJORAR EN TODOS LOS ÁMBITOS
Si nos ceñimos estrictamente a su rendimiento en pista, Iga había tomado decisiones a finales del 2024 para seguir evolucionando como jugadora. Sí, la número dos del mundo es capaz de destituir a su entrenador a la más mínima señal de estancamiento: es lo que hacen las leyendas, conscientes de que no progresar significa involucionar. La marcha de Wiktorowski y la llegada de Wim Fisette como capitán general abría una ventana al optimismo, a la búsqueda de voces externas para sumar más kilometraje fuera de la tierra batida.
Porque Swiatek no es una máquina únicamente en arcilla, pero el contraste de superficies se hizo más presente que nunca esta temporada, relegándola finalmente a la segunda posición del ranking. De las 19 victorias seguidas en tierra, con los títulos en Madrid, Roma y Roland Garros, a la prematura eliminación en tercera ronda de Wimbledon y la derrota en cuartos del US Open ante alguien que jamás había traspasado esa frontera en Slams (Jessica Pegula): la principal misión de Iga será eliminar esos claroscuros y volver a imponer su tenis fuera del polvo de ladrillo, especialmente en hierba.
Es en Wimbledon donde seguramente exista más espacio para progresar: da la sensación de que, en ocasiones, la falta de química entre la polaca y el césped se debe a que no se termina de creer que su tenis puede hacer daño en dicha superficie. Esa falta de convicción en sus ideas es un aspecto en el que Fisette puede ser de gran ayuda: pequeñas modificaciones tácticas, como ser aún más agresiva en los restos de segundo saque y sacrificar colocación por velocidad en sus servicios, podrían dar a Iga el plus que necesita para que su derecha sea quien mande, independientemente del tapete.
Con una Aryna Sabalenka asentada en lo más alto, Swiatek tomará el rol de cazadora y, quizás, lo agradezca: la presión de estar en la diana en cada gran torneo y defender botines de puntos enormes pasará a ser de la bielorrusa, especialmente en una segunda parte del año que será la verdadera prueba de fuego para Iga. Llegar a junio sin rasguños, sorteando la polvareda mediática y asegurando una buena cantidad de puntos en tierra batida, sería la rampa de lanzamiento perfecta para cumplir con su gran objetivo: dar también el do de pecho en la segunda parte del año. ¿Logrará volver a reinar? No cabe duda, pase lo que pase, de que el pulso por la cima en el circuito femenino promete... y mucho.