Novak Djokovic sigue jugando al tenis por retos como el que tendrá por delante en poco más de una semana. El abordaje de su 25º Grand Slam, estableciendo una cifra inédita, sumado a la recuperación de la corona en su Major predilecto, hace que el próximo Open de Australia 2025 sea una de esas citas marcadas en rojo en su calendario. En los últimos meses, Nole se ha encargado de dejar claro que ni la motivación ni el hambre son un problema, y que mientras se siga sintiendo competitivo (y jóvenes como Alcaraz o Sinner alimenten ese fuego interno a base de grandes rivalidades) no piensa colgar la raqueta.
Este 2025 es, por tanto, una prueba de fuego en la última fase de su carrera. ¿Se puede dejar atrás la irregularidad y las derrotas sorprendentes de 2024 con una preparación más cuidada, más semanas de entrenamiento y nuevas piezas en su equipo de trabajo? O es que, por el contrario... ¿aquel año se debe al inexorable paso del tiempo, repercutiendo negativamente en su explosividad, velocidad, cambios de dirección y peso de bola?
PREGUNTAS Y RESPUESTAS EN AUSTRALIA
En estos instantes de su trayectoria, sabemos que Djokovic necesita de cierto kilometraje y gasolina para empezar a carburar. Es por ello que para muchos, quizás, no sea 'tan' sorprendente verle caer ante un sublime Reilly Opelka, por mucho que la diferencia en el ranking sea enorme y hablemos de los cuartos de final de un ATP 250. La llegada de Australia, pues, plantea sobre la mesa una réplica para los más optimistas: ¿tendrá tiempo Nole, en un circuito lleno de tiburones y con una subida importante de nivel dentro de la clase media, de llegar con el suficiente rodaje y no demasiado desgaste a rondas finales de Australia frente a nombres como Sinner o Alcaraz?
Sacar al serbio de la ecuación sería, sin lugar a dudas, un disparate. Dudar del más grande de todos los tiempos parece algo solo reservado a los kamikazes. Ahora bien: si el torneo de Brisbane podía ser la gasolina que lo elevase al primer escalón de favoritos, más bien se ha acabado convirtiendo en una pequeña espina que plantea más dudas que certezas acerca de su estatus en Australia.
¿Por qué? Porque Novak ha vuelto a evidenciar algunos de los problemas que ya acusó en 2024: falta de velocidad en su derecha, una pizca menos de velocidad en los cambios de dirección y de ritmo, algo menos de frescura en el tiempo de reacción al resto. Para una máquina basada en la más pura precisión, ritmo y eficacia, cualquier pequeño contratiempo puede hacerte perder mucho, y continuar con la dinámica de la mayoría de torneos del año pasado, a pesar del largo tiempo de descanso que ha tenido en estos últimos meses, plantea ciertas dudas.
Como en todo, y para finalizar, debates como éste tienen muchos matices. Los grises, claro, existen. Y sí, parece claro que al Novak Djokovic de 38 años no se le puede poner en el mismo escalón de favoritismo que a nombres en su plenitud física como Sinner o Alcaraz; al mismo tiempo, pensar que un Novak motivado no está en la pomada para conquistar un Slam es no conocer al chacal, y aún hay margen de error suficiente como para no afirmar que la versión que hemos visto en Brisbane es casi irremediable para lo que queda de su temporada/carrera. Quizás esta liberación, sumada a algo de suerte en el cuadro, le dé las alas suficientes como para aterrizar en Australia dando miedo. Ya saben... pocos se recuperan mejor de una derrota, pocos juegan mejor cuando tienen algo que demostrar, que Novak Djokovic. Y tú, ¿qué opinas? ¿Preocupa lo de Novak o hay confianza en el lobo?