
Siempre supimos que Francisco Cerúndolo era un excelente jugador de tenis. En especial, si hacemos énfasis en sus principales virtudes, un tipo con una fluidez, aceleración y velocidad a la hora de golpear desde el fondo de la pista de muchos quilates. La derecha invertida siempre fue un misil, pero existían aspectos que aún dejaban ciertas dudas, desde el saque a la gestión de momentos importantes, pasando por un revés mejorable. Sin embargo, su 2025 es de confirmación en la élite... y su victoria ante Alexander Zverev para acceder a los cuartos de final del Mutua Madrid Open 2025 (7-5, 6-3), la señal de que está para empezar a hacer mucho ruido en lo más alto.
Porque Fran, que pisará el top-20 el próximo lunes por primera vez en su carrera, llevó la ventaja en el marcador como todo un veterano. Porque Fran, como si caminase con sumo cuidado de manera habitual por el filo de la navaja, aprovechó como nunca las pocas bolas de break de las que dispuso. Fue una actuación de violencia controlada, como un Floyd Mayweather que baila, esquiva, baila, lleva el ritmo y solo golpea cuando fuese estrictamente necesario.
Y así, preparado para el ritmo y siguiéndole la pista a Sascha desde el fondo de la pista, le acabó descentrando. Tras un primer set de pocos márgenes, mucho saque y más precisión del argentino en los momentos cumbres, llegó un segundo set donde el albiceleste, quirúrgico y analista, se dio cuenta de que tocaba desgastar a un Zverev algo pusilánime. La falta de energía y actitud del germano le llevaron a la precipitación, y Cerúndolo, como venía haciendo todo el partido, combinó esos momentos de desgaste con cambios de ritmo (la derecha siempre la tuvo, pero es de admirar con qué solvencia ha incorporado la dejada a su repertorio) para someter una y otra vez al germano. Flashes de brillantez que, en el verdadero test de fuerza, también aparecieron, cerrando el triunfo con una comodidad y tranquilidad que no siempre le acompaña.
¿DÓNDE ESTÁ EL TECHO?
El argentino chocará ahora en cuartos del torneo frente a Jakub Mensik, en un partido que enfrentará a dos de jugadores de mayor dinámica ascendente del circuito. Lo más importante, parece, es que en un torneo de tantas alternativas, alguien con las ideas tan claras, tanta fluidez en sus golpes y pocos puntos débiles marcados desde el fondo podría pescar en río revuelto y, por qué no, llevarse a la saca su primer Masters 1000. Mientras tanto, Sascha se marcha de Madrid sin haber encontrado una versión sobresaliente, demostrando quizás que lo de Múnich fue un pequeño oasis y su mejor nivel aún está lejos de aparecer de cara a Roland Garros. Roma será su próxima bala (y veremos si última) para recuperarlo.