
Ante las derrotas y las dudas, no hay mejor receta que la confianza. Triunfos. Da igual el cómo. Solo importa el qué. Que se lo digan a Carlos Alcaraz, con un tenis irregular, al borde de la eliminación ante Arthur Fils en Montecarlo. Salvar varias pelotas de rotura metiendo una bola más permitió al murciano levantar el título y, sobre todo, dejar atrás una época de sinsabores. Es exactamente la misma ruta seguida por Alexander Zverev en el ATP Munich 2025, con el dulce añadido de que la guinda final llegó el día de su cumpleaños.
No hay mejor regalo que triunfar en casa, en un torneo que le vio crecer, donde coronó siendo un pipiolo (2017-2018) y donde deja atrás un amargo periodo en una época de mayor madurez. 6-6 era su balance tras la final de Australia, una daga tan clavada en su corazón que solo volver a casa podía sanarla lo suficiente. Y no fue nada fácil, ojo: las similitudes con Alcaraz y Mónaco son imposibles de no trazar, puesto que Sascha se recuperó de un 6-7, 4-5 y saque en contra ante Griekspoor, también en cuartos de final, para acabar levantando el título, mostrando su mejor tenis el día de la final. Desenlaces idénticos y respuestas a un mismo diagnóstico.
"Esto es algo extremadamente especial. Me encanta conquistar títulos en mi casa, en Alemania. Es posiblemente lo más especial que puedo lograr. Digamos que esto es un fantástico regalo de cumpleaños". En la final no hubo historia: pasó por encima de Ben Shelton para sumar su primer título del año, regresar al top-2 del ranking y, sobre todo, construir una inercia positiva que le acompañe hasta Roland Garros. Solo una retahíla de triunfos podía despertarle del letargo... y no hay mejor terreno que su propio hogar para lograrlos.
Y AHORA, ¿QUÉ?
Nos habíamos olvidado completamente de un Sascha sumido en las dudas, en ese tenis pasivo que le atenaza cuando no siente la bola, en la sensación de vulnerabilidad que atañe a su juego cuando niega con la cabeza una y otra vez. Sin embargo, ésta es, posiblemente, la gira más idónea para que Zverev renazca, en un tapete capaz de combinar tramos de grandes defensas con buenos ataques, en pistas que le ofrecen tiempo para cargar su derecha sin dudar técnicamente.
Tras quedarse a apenas un set de lograr en París su primer Grand Slam, el camino a la redención iniciaba por volver a sonreír en casa. No importaba la exigencia del torneo (quizás los rivales no fueron de una entidad sobrenatural), lo feo de su tenis los primeros días del evento, el desgaste físico. Ganar, ganar y volver a ganar como alivio a todos los males. Un parche que veremos si termina por cicatrizar la herida: su evolución, yendo de menos a más, nos hace indicar que veremos a un Zverev mucho más competitivo próximamente. Solamente Madrid y Roma nos demostrarán si esto es apenas un oasis en el desierto... o si, tras meses de dudas, Alexander Zverev ha despertado. Y si eso es así, Roland Garros vuelve a sumar un gran candidato al título. ¿Apuestas?