Carlos, la derrota es la mejor profesora

No cumplir una gesta de la magnitud de la que buscaba Alcaraz no es ningún fracaso. De pocos partidos extraerá lecciones tan valiosas como de su última derrota ante Djokovic.

Carlos Navarro | 21 Jan 2025 | 23.05
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Carlos Alcaraz. Fuente: Getty
Carlos Alcaraz. Fuente: Getty

Tengo la sensación de que no estábamos dimensionando del todo la gesta que buscaba Carlos Alcaraz en este Open de Australia 2025. Una ingente cantidad de leyendas de nuestro deporte acabó su carrera sin hacerse con todos los Majors, encontrando kryptonitas de todo tipo, desde rivales que se convertían en némesis, superficies hechas para anular sus juegos o, incluso, ramalazos de mala fortuna. Por ello, que el murciano colocase sobre sus hombros la pesada losa de ser el tipo más joven en completar el Career Grand Slam, si bien daba un extra de motivación y hambre que cualquiera agradecería, también podía convertirse en un arma de doble filo.

Al saltar a la pista frente a Novak Djokovic, la clarividencia del tenis del murciano se disipó por completo. Ni siquiera en un primer set más bien gris, ganado sin brillantez pero con cierto oficio, terminamos de ver esa versión frenética y a la vez segura de sí mismo del murciano. La derecha iba a tirones, con dificultades para encontrar el equilibrio entre precisión y potencia, sobre todo cuando aparecía justo tras el servicio. El saque, letal ante restadores de segundo nivel, se volvió unidimensional a más no poder, enjaulado por una fiera experta en domarlos. El instinto y la magia de Carlos aparecieron demasiado tarde, cuando el partido se había convertido en un vendaval que ya le había arrastrado lejos de la línea de meta.

Mentalmente, el desafío del circuito que más pone en problemas a Carlos continúa siendo Novak Djokovic. Parece extraño, puesto que le ha ganado dos finales de Wimbledon y la primera es, sin lugar a dudas, la obra maestra de su todavía corta carrera. Sin embargo, si en aquellos partidos Alcaraz jugaba con la baza de la bendita inocencia, de la inconsciencia de quien acumula éxito tras éxito, en sus dos últimas grandes citas el serbio se abalanzó sobre la exhuberante presión que, en ocasiones, Alcaraz coloca sobre sus objetivos. Cuando más grande parece, mayor nubla su juicio. Qué pueden esperar, claro, de un tipo de 21 años.

NO LANCEN LAS CAMPANAS AL VUELO

He visto voces críticas que apuntan al inmovilismo de Juan Carlos Ferrero. Sí, inmovilismo de un tipo que ha repetido en reiteradas ocasiones el margen de crecimiento que tiene su pupilo, de alguien que se ha empeñado en rediseñar las partes de su tenis más inestables, dedicando toda una pretemporada a fortalecer un golpe en concreto (el saque). La realidad es que hasta los mayores jugadores generacionales encajaron derrotas durísimas en las primeras fases de su carrera. Todos, absolutamente todos, salieron reforzadas de ellas.

No hay mejor aprendiz que el que disecciona, analiza y trata de no repetir los errores de una derrota. Ningún elemento te enseña más. La de hoy cumple con todos los requisitos para ser un punto de inflexión en la carrera de Alcaraz, tal como lo fueron otras. Te obliga a no bajar la guardia cuando tu rival está herido. Te enseña a no subestimar la grandeza de quienes saben cómo manejarse en el barro. Te refuerza en la convicción de que para ser el mejor debes incorporar un plan B y, por si las moscas, un plan C a tu tenis. Te señala que no hay meta más grande que la que tú consideres como tal.

Encontrar un equilibrio en la esencia mágica y centelleante de Alcaraz es complicado. La derrota, en cierto modo, es el mejor vehículo para acercarte a ello. La falta de patrones claros en el tenis de Carlos, ante una forma de jugar sencilla que demostró adaptabilidad de Nole, le acabaron condenando. Eso, claro, entre otras muchas cosas. Se nubló la mente, pero se aclaró un panorama lleno de aprendizajes enormemente valiosos. Carlos tiene en él un espíritu de luchador callejero que hoy, sin embargo, no apareció. Quizás sea necesario pulirlo para completar algún día ese ansiado Career Grand Slam. Hasta entonces, olvidar la palabra obsesión del relato y crecer en todas las facetas de tu tenis, con un objetivo tenístico y no numérico, será la mejor reflexión para alguien que, no se confundan, reescribe citas con la historia en cada temporada. No duden que, de la mano de la derrota, la mejor aliada de un tenista en construcción, volverá a escribirlas muy pronto.