Djokovic no merece la mala prensa que tiene

OPINIÓN - Estigmatizado por una gran parte de la prensa internacional, el serbio no merece el trato que le vienen dando durante años.

Jose Morón | 2 Dec 2024 | 10.57
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Djokovic no merece la mala prensa que tiene. Foto: Getty
Djokovic no merece la mala prensa que tiene. Foto: Getty

Novak Djokovic no merece la mala prensa que tiene”. Esa es una de las reflexiones que hago después de lo que pasó anoche en la despedida de Juan Martín del Potro. En medio de su pretemporada para encarar un nuevo año en el circuito, cuando podría estar entrenando o, simplemente, descansando junto a su familia, el serbio eligió acompañar al argentino en su adiós y dejar a toda Argentina totalmente enamorada con su forma de ser. Esa que, mucha prensa, se encarga de ensuciar de manera injusta.

Porque Nole es tal y como se vio anoche en Buenos Aires. Cercano, humilde, divertido, generoso. Muchísimos argentinos, tanto los que acudieron al estadio como los que vieron la despedida por televisión, destacaron la actuación que tuvo el serbio en el adiós de Delpo, haciendo las delicias de todos los presentes y apoyando a Juan Martín en un momento tan importante para él como fue ese. Chocaba de frente con la imagen que muchos periodistas y muchos medios han pintado sobre él a lo largo de todos estos años. Djokovic tendrá sus errores, como todos, podrá romper raquetas y tener momentos en pista donde saque un yo del que seguro no se sentirá orgulloso, pero es imperfecto como cualquier ser humano, sin que eso pueda hacer sombre al alma tan bondadosa que tiene.

Nole lo ha demostrado siempre a lo largo de todos estos años. Ha estado siempre ahí cuando se le necesitó y estuvo al lado de los rivales más importantes de su carrera en su adiós. Sin tener ninguna obligación y sin tener que hacerlo, porque Djokovic nunca tuvo una relación cercana ni con Federer ni con Nadal, pero les demostró a todos que lo pasado no le importaba y que quedaba lo compartido entre todos.

Por si a alguien se le olvidó, Novak acompañó a Federer en el día de su adiós. Aceptó el papel que le dieron y no dijo ni una palabra más alta que otra. En la famosa foto, Roger aparece sentado al lado de Rafa. Atrás, a un par de metros de él, Djokovic le acompaña. Otro en su lugar, quizá, siendo la figura que es, habría intentado aparecer de manera más activa. Él no. Tuvo su momento con él, acercándose por la espalda para apoyar sus manos sobre los hombros de Federer y consolarle, así como le levantó y manteó en el momento final. 

Federer y Djokovic

Tampoco rehuyó no estar al lado de Nadal en su adiós. El destino quiso que Novak fuese el último rival oficial en la carrera de Rafa (sin contar la Davis), así como también tuvo gestos muy bonitos hacia el balear el día del adiós en la Six Kings Slam. Tenía previsto acudir a la ceremonia de despedida en Málaga, solo que le pidieron ir el viernes, sin prever que España iba a caer eliminada el martes, adelantando el adiós de Rafa. También estuvo junto a Murray, el único del Big 3 que acudió, cuando el británico se despidió en Wimbledon. Gestos que hablan de la persona que realmente es.

Castigado y golpeado por la prensa a lo largo de los años

La prensa internacional, sobre todo española, se encargó de pegar una y otra vez al tercer invitado en la fiesta Federer-Nadal. No aceptaron que un chico nuevo llegase para quedarse, y durante años le dieron una y otra vez, resaltando sus defectos y haciendo pequeños sus puntos fuertes. Su personalidad, además, le hacía crecerse al recibir esos golpes desde fuera, lo que provocaba un mayor odio hacia él, ya que lo veían como una provocación hacia todos.

Su mayor “error” fue querer ser el mejor de la historia. La prensa le etiquetó como el villano de la película. Una vez hecho eso, ya resulta difícil poder quitársela. Él, hizo su camino al margen de todo eso, esperando paciente y sabiendo que, con el tiempo, sus actos y sus logros quedarían por encima de esas palabras que muchos lanzaron contra él. Pasarán los años, las décadas, los siglos, y siempre en esa Historia aparecerá el nombre de Novak Djokovic, injertado en letras de oro, mientras que de los dueños de esas letras vertidas con saña sobre él nadie se acordará.

Estigmatizado hasta el límite, Novak se reveló contra el sistema. Parece que no pasó, pero resulta imposible olvidar que a Djokovic le impidieron disputar varios Grand Slams porque se negó a vacunarse. En un tiempo como el actual, donde parece que el COVID ya no importa a nadie y hasta se ve normal el que se vaya a trabajar con el virus, resulta chocante saber que a un tenista se le impidió competir en un torneo sin tener la vacuna, así como se le echó a patadas de un país tras tenerlo encerrado en un Hotel de mala muerte durante una semana, utilizado a nivel político como marioneta pública para ganar votos.

Djokovic, Australia

Y es que, pese a sus logros, todavía hay quienes se inventan absurdas estadísticas para decir que Djokovic no es el mejor de la historia. Inventen lo que inventen o digan lo que digan ciertos catetos, no ha habido un tenista que haya ganado más que él. Que las generaciones venideras tendrán a Nole, y no a otros, como objetivo a superar. Puede que no haya sido el que jugase más bonito, pero quien quiera ser mañana el mejor de la historia tendrá que pasar por delante de la casilla de Novak, no le queda otra.

Y ojalá que, si existe cierta justicia dentro del mundo del tenis (aunque esto es, quizá, pedir demasiado), Djokovic pueda retirarse con, al menos, un premio al tenista más querido. Federer lo acaparó mientras estuvo en activo. Nadal lo logró una vez antes de retirarse. No puede ser que el tenista más grande de todos los tiempos no pueda aparecer en esa lista. Todo se debe, amigos, a la mala prensa que siempre ha tenido y que ha terminado por influir en una gran masa social. Él no se la merece. A los hechos me remito.