Si afirmásemos que no existiría este Carlos Alcaraz que conocemos actualmente sin Antonio Martínez Cascales, no estaríamos diciendo ninguna barbaridad. Con más de 40 años de experiencia a sus espaldas, Toni, tal y como le conocen en su círculo más cercano, ha visto pasar a más de 1000 niños que soñaban con ser tenistas un buen día. Este próximo 25 de diciembre, Toni celebra el 30 aniversario de la Ferrero Tennis Academy, una academia que fundó él cuando solo era una casita y un árbol en medio del campo, para ser hoy una de las academias más reconocidas en todo el mundo.
Cascales acompañó desde el primer día al último a Juan Carlos Ferrero en su etapa de jugador. Algo que no se ve hoy día, una relación tan duradera como exitosa. Eso podría explicar cómo es Juan Carlos y por qué su unión con Carlos es tan especial. En Punto de Break nos reunimos junto a Cascales para hacer repaso de estos 30 años, desde que puso la primera piedra en la Equelite hasta lo que es hoy día, con el paso de dos números 1 por el camino, algo de lo que nadie excepto ellos puede presumir en el mundo.
-¿Cómo te inicias tú en el mundo de la formación para ser entrenador?
Con 18 años, en el 76 o 77, era el único joven que jugaba en Villena. El resto tenújan de 30 a 50. Por eso tenía mejor técnica que los demás, porque empecé desde muy joven. Unos padres me dijeron que por qué no entrenaba a sus hijos y yo acepté aunque nunca había dado clases. Unos años después me puse a ayudar en una clase local que había en Villena y un tiempo después, en un torneo que gané en Alicante, el trofeo me lo dio Manolo Santana y le pregunté cómo podía hacer un curso de monitor de tenis y me dio un teléfono. Hice el curso y creé mi propia escuela en un club de Villena, y así empecé.
-Si te dicen en ese momento que ibas a llevar a un futuro campeón y una academia reconocida mundialmente, ¿te lo habrías creído?
No, lógicamente no. Aquí en Villena no había ni torneos federados. Era imposible habérmelo imaginado. Esas cosas lo veíamos en la estratosfera.
-Creo que el cambio total como entrenador surge cuando un día te cruzas con un niño de 10 añitos que se llamaba Juan Carlos Ferrero. Cuéntame cómo fue el día que le conociste.
Lo recuerdo perfectamente. Era una noche de septiembre, del año 90. Yo ya había oído hablar de él en los últimos meses, pero no lo había visto jugar. El padre lo llevó a jugar a la escuela, porque en la Federación le dijeron que en la zona era lo mejor que había. Yo tenía un grupo muy bueno y lo puse a probar con alguno de los benjamines y me di cuenta que jugaba muy bien.
-En aquella época, años 90, tengo entendido que todos los chicos que destacaban se iban a entrenar a Barcelona. ¿Qué le llevo a JC a quedarse en Villena?
Sí, JC fue el primero en no irse a Barcelona. Se encontraba muy a gusto en el entorno de la escuela. Había muy buen rollo. Yo me los llevaba de acampada, a comer, y hacíamos mucha vida al margen del tenis. Había muy buen ambiente y yo creo que eso fue lo que le pesó para quedarse.
-Es ahí cuando decides crear la Academia. Cuéntame cómo lo hiciste, porque creo que fácil no fue.
Con ese grupo que yo tenía, que eran muy buenos y entre los que se encontraba JC, entre otros, decido replicar un poco las condiciones que se podían dar en las academias de Barcelona o Florida, pero a pequeña escala, porque tenía 6-8 jugadores. Que vivieran juntos, que se les controlara la comida, cómo dormían, si salían más o menos… que vivieran en un entorno de tenis y las mejores condiciones posibles. Creamos pistas de tenis, contraté al preparador físico que trabajó con Graf. Cogía el coche y me los llevaba a Marbella a hacer tramos de preparación. Para lesiones contraté a un fisio, para lesiones más graves nos íbamos a Barcelona a ver a Cotorro. Más allá de mi trabajo, quería poner condiciones que fueran muy similares a las de otras academias.
-¿Cómo fueron para ti esos primeros años acompañando a JC en el circuito y verte de lleno entre los mejores?
No me dio tiempo ni a pensarlo. Yo no lo busqué. No tenía como objetivo estar ahí. Yo pensaba que JC iba a ser profesional, que sería Top 100 o Top 50, pero con 18 años, siendo junior, le gana a Corretja y ahí me di cuenta que podía ser muy bueno. Yo sabía las carencias que tenía y si con eso le hacía partido a los mejores, cuando mejorara… Yo siempre he dicho que era feliz yendo a los torneos Futures con los niños del mismo modo que en el box de la Chatrier en Roland Garros.
-¿Qué recuerdos bonitos te vienen a la mente de esa época junto a Ferrero como entrenador?
Me cuesta elegir uno solo, hay muchos. Hoy veía a Carlos (Alcaraz) entrenar y vi que hacía 30 reveses con apoyo cerrado. Me acordé del último punto de la Davis del 2000, cuando JC le hace un passing a Hewitt con apoyo abierto. Me acuerdo de ese instante de enorme alegría cuando ganamos la Davis en el 2000.
-¿Era JC un chico sencillo para entrenar?
Muy sencillo. Muy fácil. Luego ya con 22, 23, 24 se complica un poco más (ríe). No es que fuera complicado, pero en su etapa de crecimiento era súper fácil. No ponía pegas para entrenar ni en intensidad ni cuándo hacerlo.
-El tema de que no hubiera redes sociales imagino que ayudó.
En esa época, en la academia teníamos un teléfono verde con monedas de 25 pesetas y esa era su único modo de conexión con el resto del mundo. Más allá de eso, los sábados que no se iban a casa los subía a una discoteca que tenía sesión de tarde y eso era lo que había (ríe). Esto, comparado con lo de ahora, imagina.
-Contigo y JC vimos algo impropio en la época actual, una relación entrenador-jugador que dure de principio a fin de una carrera. Cuéntame el secreto.
Yo siempre le intento transmitir esto mismo a todos los entrenadores de la academia. El entrenador tiene que ser como el médico, que piensa en el paciente. Es lo mismo. Tiene que pensar en el jugador. Se puede equivocar, pero si el jugador detecta que tú te equivocas pensando en él y no en sí mismo, esa es la clave de una relación duradera.
-¿Cuáles fueron los pasos para que JC entrase a la Academia trabajando ahí?
Antes de retirarse entra como socio, con una parte de las acciones. Se incorpora su nombre al de la academia. En 2006 se hizo una casa grande en la academia, pero no sabía dónde iba a vivir cuando se retirase. Pensaba que se iría a Valencia, pero cuando se retiró, siguió viviendo en la academia. Aún sigue viviendo ahí. Cuando se retiró, JC veía muchos partidos por televisión y continuó jugando el circuito de leyendas. Ahí fue cuando se unió a Zverev, un proyecto que agarró con muchas ganas. Hasta entonces, hizo alguna cosita acompañando a Almagro y tal, pero Sascha fue su primer proyecto como coach.
-Y al igual que un día se cruza contigo JC, hay un día que marca otro punto de inflexión para la Academia, cuando llega Carlitos. Cuéntame cómo fue el primer contacto de Alcaraz con la academia.
Albert Molina, su manager, es la persona clave en todo esto. Él confía mucho en nosotros, porque nos traía a muchos jugadores a la academia, y un día nos habla de Carlos. Empieza a venir de vez en cuando. Recuerdo que el primer día hizo un dobles y JC hizo pareja con él. Tendría 14 años y ahí empezamos a conocerle. Es entonces cuando Albert nos pide formalizar esto más y que venga más días a la semana. De 2-3 a que fuesen 4 o más.
-¿Y cómo se elige a JC como entrenador?
Un día, nos sentamos los tres, Albert, JC y yo, y nos pregunta a quién le ponemos de entrenador. Me nombra a varios que teníamos en la academia. Los mejores que teníamos, y hablamos de pensarlo. Al día siguiente, JC me llama y me dice que lo quiere coger él. Y le dije ‘¿Cómo? ¿Que quieres llevar a Carlitos?’. Por aquel entonces, JC tenía muchas ofertas. Estuvo con Zverev, pero recibía ofertas de los mejores del mundo.
-¿Qué le vio?
El talento lo veía todo el mundo, pero vio que era un chico muy humilde. Había chicos en la academia que también era muy buenos, pero que no tenían ni la mitad de talento de Carlos. Mientras ellos paseaban creyéndose los mejores, Carlos iba muy humilde, despreocupado, educado, atento y dando las gracias a todos. Eso fue lo que le gustó a JC, que no era un creído. Un día, JC me preguntó que si pensaba que iba a ser número 1, y le dije que sí.
-¿Tan claro lo tenías?
Sí, solo que no sabía que iba a serlo tan pronto. Es ahí cuando le pedimos al padre que se pasara toda la semana en la academia. Mi miedo era que en un entorno no tenístico que no se centrara todo lo que se necesitaba. Ahí empezamos a convivir con él. En los entrenamientos, no me perdía ni uno. En cada entrenamiento pasaba algo extraordinario. Siempre sabías que iba a hacer algo. Se veía. Tenía una disciplina por parte de JC y Carlos, que lo aceptaba, y sabía que podía salir bien. Luego podía pasar cualquier cosa extraña, pero uno pensaba que eso no podía fallar.
Albert Molina, su agente, es el hombre clave en todo esto.
— José Morón (@jmgmoron) November 14, 2024
Solía llevar a muchos de sus jugadores a Villena, pero ese día llega a la academia Equelite con un chico de 14 añitos que viene de Murcia. Se llama Carlos Alcaraz y lo presenta como un posible diamante.
Ese primer día,… pic.twitter.com/AOQAoyAmh5
-Tú has entrenado toda la vida a JC y también vives de cerca tu relación con Carlitos, ¿en qué crees que se parecen y en qué se diferencian?
Se parecen en la competitividad y el talento. Podíamos decir que Carlos es más Federer y JC más Nadal, aunque Carlitos también tiene cosas de Rafa en cuanto a la lucha y tal, pero en competitividad, se parecen mucho. De caracteres son muy distintos, eso sí. Carlos es muy abierto. JC era más tímido.
-Cuando te toca acompañarlo a algunos torneos, ¿te es fácil llevarlo teniendo en cuenta lo joven que es y el peligro que suponen los móviles y las redes sociales hoy día?
Este año no he ido a ningún torneo, porque no coincidimos. En Turín estoy como invitado, que estoy encantado. En otros años que he estado con él, es muy fácil de llevar. Ahora sé que es un poco más difícil porque se hacen mayores, pero siempre me ha sido muy fácil llevarlo. Incluso en entrevistas, cuando hace 10, todas las atiende con la máxima atención. JC firmaba a 100 personas, pero si Carlitos tiene que firmar a 400, lo hace. Eso no se lo he visto a nadie. En ese sentido, Alcaraz es especial. Eso hace más fácil todo.
-¿Cuál es el mayor miedo que tienes con Carlos?
La ambición es la palabra clave. Ese es el principal miedo, al mismo tiempo. Que siga teniendo la ambición de ganar más títulos. Si con 25 la sigue manteniendo igual, pues igual podrá terminar con muchos Grand Slams. Recuerdo una entrevista de hace años con Moyà, que le preguntaron cuál era las mayores diferencias entre él y Rafa Nadal, y respondió que la ambición. No se puede ser número 1 sin ambición. Dijo que Rafa tenía 10 veces más ambición que él, y esa ambición es la que te hace querer seguir entrenando y esforzándote. Que no pierda esa ambición es la clave.
-Imagino que la irrupción de Alcaraz ha ayudado a que la Academia sea mucho más conocida internacionalmente. ¿Os llegan muchas peticiones de fuera para venir a entrenar?
Sin duda. Desde 2016 íbamos en una curva ascendente. Desde que Carlos explotó en el circuito, esa curva se hizo más pronunciada. JC también se ha puesto en el foco como entrenador y eso la gente lo reconoce.
-Al igual que tú estuviste toda la vida con JC, ¿ves a JC toda la vida con Carlitos?
Es difícil de decir. Los dos han dicho que les gustaría. En una entrevista, Carlos dijo que le gustaría tener una relación con JC como JC tuvo conmigo. También hay altibajos, porque cuando se tiene una relación tan fuerte en le día a día, esto pasa. A mí me gustaría que sí, pero depende de muchas cosas. De los entornos, los resultados… lo principal es que JC siga viendo a Carlos como el primer día. Que aunque crezca, siga siendo el mismo que la primera vez que lo conoció.
-¿De qué te sientes más orgulloso cuando miras atrás en estos 30 años y ves la Academia tal y como está ahora?
Siempre me costó decir la palabra orgulloso. Del trabajo me siento muy orgulloso, pero también está la suerte, no de que hayan llegado estos jugadores a la academia, sino de dedicarte a algo que te gusta. Si trabajas en algo que te gusta, esto ni es trabajo. Algunos compañeros de profesión se reían cuando me veían entrenar un domingo por la tarde. Yo lo hacía a gusto. Orgullo porque de lo que me gustaba hice mi forma de vida y he sido muy feliz, también de haber dado mucho trabajo a mucha gente.
-Jugando a ver el futuro, cuando alguien lea esta entrevista en 2054 y pasen otros 30 años, ¿cómo ves la Academia dentro de todo ese tiempo?
(Ríe). En 30 años no sé ni si habrá tenis (ríe). Las cosas van tan rápidas y todo es tan distinto que es difícil decirlo. Nosotros tenemos mucha gente joven trabajando en la academia, como el propio JC que tiene 44 años o Pablo Carreño que entrará como socio de la academia y ellos llevarán la academia como consideren. Yo espero poder ver ese camino que tome la academia con el paso de los años.
-¿Cuáles son los próximos retos que os marcáis para seguir creciendo?
Nuestra filosofía es que siempre tenemos que mejorar. En instalaciones, en condiciones para los jugadores, temas tecnológicos… y eso nos llevará a donde nos tenga que llevar.
-¿Cuál crees tú que es el verdadero valor añadido que tiene la Academia y que no se podría encontrar en ninguna otra parte del mundo?
Sin duda, la familiaridad, el entorno familiar que tenemos. Yo vivo ahí, JC vive ahí, el gerente vive ahí… todos los trabajadores de la academia conocen a los jugadores. La familiaridad es lo que nos distingue.
-Y para ti, personalmente, ¿tus futuros proyectos? ¿Seguirás acompañando a Carlitos en el circuito? ¿Quedarte más en la Academia?
Yo lo quiero acompañar, pero de invitado. Eso no quiere decir que si en un entrenamiento quiero dar mi pequeña opinión no pueda hacerlo, pero me gusta más mi papel de acompañante que de coach. Seguir también en la academia. Por ejemplo, en la última semana han llegado dos chicos, dos hermanos de Toledo que me encantan, los Carrascosa, con 16 años. Darwin Blanch, también, que le sigo día a día progresar, y hay otros proyectos haciendo crecer la academia, trabajando con el arquitecto, con el gimnasio, nuevo restaurante… estoy sin parar.