Calvin Hemery firmó hace unos días uno de los mejores resultados de su carrera profesional. Aquel que viese la Copa Sevilla 2023, de la que fue finalista, se fijó en un tenista atrevido, valiente, con mano de seda en la red y una personalidad arrolladora. Pero, ¿quién es de verdad este francés? Nadie mejor que él para contarnos su historia.
Calvin Hemery sonríe. Es feliz. Disfruta jugando al tenis. Si los resultados acompañan, aún más. Su victoria ante Pablo Llamas, que certifica el pase a las semifinales de la Copa Sevilla 2023 y le deja muy cerca de entrar en la fase previa del próximo Open de Australia, es un paso de gigante en su meteórica progresión. Sonríe a los niños del Club, que le piden autógrafos constantemente. No tiene problemas en aguantar el antidoping y, si fuese por él, esta entrevista la podríamos hacer con el fisioterapeuta al lado. Así de cercano es Calvin, que finalmente me emplaza a sentarme junto a él, en un sofá de la sala de jugadores, y me guía a través de una maravillosa historia.
No es un jugador cualquiera. En su cabeza no solo el tenis está presente. Es consciente de todo lo que ha sacrificado para estar aquí, pero su vida no es solo el tenis. Y se nota: tiene esa conciencia y esa cultura que transportan la conversación a otros planos que van más allá del deporte que ambos amamos. Su naturalidad y calma hacen que la conversación se alargue más allá de lo estipulado: no es problema para Calvin (espero que para el fisio, que tenía que tratarle después, tampoco). Promesa del tenis francés hace algo menos de una década, las lesiones truncaron su progresión y le impidieron tomar regularidad, pero la madurez que otorga el paso del tiempo le hace más peligroso que nunca. Disfruten de una historia para saborear, la de un tipo espontáneo y natural que ha vivido lo peor de este deporte... para resurgir como un ave fénix con una mentalidad diferente.
CN: Tu victoria contra Pedro Cachín aquí (en segunda ronda), Calvin, es tu mejor victoria por ranking (#66) y tu primera victoria ante un top-100 desde 2018. ¿Tiene un sabor diferente o es igual que cualquier otro triunfo?
CH: Uf. No estoy muy centrado en el ranking: si él es el #66 del mundo, enhorabuena, pero antes fue el #48 del mundo, la semana que viene será el #77… el ranking no es importante: lo más importante es mi nivel y que sabía que me enfrentaba a un gran rival. En primer lugar, estoy muy feliz por ganar este tipo de partidos, porque pienso que tengo el nivel y me mantuve centrado y fuerte mentalmente. Ganar 7-6 en el tercero contra un rival como él demuestra que estuve muy centrado. Antes, esta era mi debilidad, pero ahora he aprendido de muchos partidos que he perdido contra grandes rivales por 7-6 en el tercer set, como por ejemplo ante Kokkinakis (Bucarest, 2021) o Jack Sock (Burdeos, 2022). Este año he decidido cambiar mi actitud ahí, ahora voy a por todas. Quizás ahora tengo un poco más de suerte (risas), pero estoy muy feliz por eso. Está claro que rivales así son una gran prueba, pero no todo es el ranking. No sabía que ésta era mi mejor victoria en cuanto a ranking: recuerdo ganar a Ruud, por ejemplo, y en aquel momento él casi era top-100. Para mí no significa nada. También he jugado contra Ferrer, en aquel momento era el #13 del mundo y le gané un set. Lo que más importa es cuál es tu nivel, y estoy muy feliz por haber jugado tres partidos seguidos a un grandísimo nivel, aunque físicamente estoy muerto (risas).
Este año empezaste fuera del top-400: tras este torneo, volverás al top-250. ¿Qué ha cambiado para ti? ¿Es ese approach más agresivo en los momentos importantes lo que te está dando el verdadero impulso? Porque es difícil de creer que un tipo capaz de desafiar al mejor David Ferrer en tierra batida no esté jugando torneos ATP o Grand Slams.
Creo que, en primer lugar, cuando estuve cerca del top-100 (#116 del mundo, en abril 2018) era muy joven y siempre estaba lesionado de la rodilla. Mi progresión no estaba mal, era OK, estaba con la Federación y era joven, pero al mismo tiempo estaba sufriendo mucho por todo el dolor que sentía en mi rodilla. Mentalmente, no podía pensar que iba a ser top-100: sabía que, con mi rodilla, iba a ser muy complicado. En 2018, después del US Open, no estaba seguro de si quería seguir jugando. Sentía demasiado dolor. En 2019 lo volví a intentar, pero pasaba lo mismo: jugaba un par de torneos y me retiraba, lo volvía a intentar de nuevo… no sabía muy bien qué hacer. Al mismo tiempo, quería seguir intentándolo, pero sentía mucho dolor. Pensaba todo el rato: ‘¿Qué debo hacer? Tengo 23 años, soy muy joven y siento dolor cada p*** día’.
Entonces conocí a un gran fisioterapeuta, que empezó a trabajar en mi movilidad, con estiramientos. Eso me ayudó mucho y es por ello por lo que ahora puedo jugar con normalidad. Después, por desgracia, llegó el COVID. Mi ranking bajaba y bajaba, pero congelaron el ranking y yo estaba alrededor del #400. Cuando volví, los rankings estaban congelados.
Lo recuerdo, era muy difícil progresar en el ranking durante aquella época.
Mentalmente era muy duro. En aquel momento jugaba Futures y estaba luchando como un loco, haciendo semifinales, finales, ganando algún torneo, con mucho sacrificio, pero mi ranking apenas mejoraba. Me mantuve alrededor del top-300 y del top-400 durante dos años, y mentalmente no sabía si quería seguir. Me preguntaba: ‘Estás luchando… ¿para qué exactamente?’ Tuve suerte de volver a la Federación. Quisieron ayudarme, pensaron que no podían dejarme solo, que tenía buenas intenciones…
Y en aquel momento ya estabas sintiéndote mucho mejor a nivel físico.
Sí, en aquellos dos años me sentía bien a nivel físico, pero no tenía una buena estructura a mi alrededor. A veces mi equipo eran solo mis amigos, no estaba bien. La Federación me llamó y me ofreció unirme a un nuevo programa junto a otros jugadores, como Lucas Pouille. Me preguntaron si quería unirme y les dije que sí. ¿Por qué no? Vamos a intentarlo, estoy un año trabajando a full y veremos qué tal va. Empecé en enero y es algo genial para mí: ahora siento que cuando vuelvo a París tengo un sitio en el que entrenar, tengo una estructura a mi alrededor… mentalmente me ha ayudado mucho.
Está claro que casi siempre viajo solo, en ocasiones algunos amigos viajan conmigo, aunque estamos intentando ver si algún entrenador puede viajar conmigo, porque tenemos un entrenador para cuatro jugadores: si vamos a un Grand Slam todos juntos es fácil, pero hay semanas en las que puede haber un torneo indoor en Francia y yo estoy aquí. Pero está bien: ya tengo 28 años, tengo experiencia, ya sé cómo lidiar conmigo mismo, no necesito que mi entrenador esté siempre ahí. Si estoy viajando por todo el mundo con 28 años, es porque ya sé lo que quiero. Lo estoy dando todo en la pista, pero ahora tengo una estructura a mi alrededor y eso lo cambia todo.
De todo lo que me has dicho, hay una cosa que me impacta: a pesar de ser tan joven, sentías dolor todos los días. Aún no tenías la experiencia para procesar eso y para encontrar una solución… imagino que todo ese camino te ha hecho llegar a donde estás ahora.
Cuando tienes dolor y sufres con él… eso te puede destrozar o hacerte más fuerte. Tuve suerte de encontrar un fisio que encontró una solución para mí, sé que hay gente que no tuvo esa fortuna. Cuando juegas con dolor durante tanto tiempo, cuando por fin no sientes dolor, estás feliz por, simplemente, poder jugar al tenis. Competir te hace feliz. No te voy a decir que perder me hacía feliz (risas), pero me decía: ‘Si he podido alcanzar ser el #116 del mundo con 23 años, en mis primeras temporadas… vamos a por el top-100’.
¿Llegar al top-100 es tu mayor esperanza ahora mismo?
Mi primer objetivo ahora mismo es volver a los Grand Slam. Mi última fase previa de Grand Slams fue en 2019. Llevo sin ver un Grand Slam cuatro años, imagínate lo que duele eso a nivel mental, sobre todo porque mi primera vez fue con 18 años, en Roland Garros. Ahora tengo 28 años… y llevo cuatro años sin pisar un Grand Slam. Mentalmente es duro, porque sé que soy mejor que antes, pero todavía no he tenido la oportunidad de jugar este tipo de torneos debido al ranking y a todo el proceso que te he contado. Estoy feliz de volver a los Challengers, y quiero luchar y luchar para acercarme cada vez más al top-250. No tengo puntos que defender, el año pasado no jugué nada a finales de temporada.
Creo que vas a pasar el corte y poder jugar la fase previa del Open de Australia 2023, eh.
Sí, sí. Si consigo ganar mañana (partido de semifinales, que acabó ganando) voy a quedarme muy cerca. Si gano el torneo, seguro (perdió en la final ante Carballés).
Has hablado de toda la estructura que tienes en París, sobre la Federación y cómo te ha echado una mano. He visto en tu Instagram una foto con Gilles Simon: recuerdo una de sus frases más míticas, que decía que el tenis francés tenía un problema, porque quiere que todos sus jugadores jueguen como Federer.
Sí.
Y eso es imposible, lo que hace que haya muchos jugadores con un enorme talento natural pero a los que les falta regularidad. ¿Cómo lo ves tú?
En Francia tenemos grandes academias de tenis donde nos enseñan cómo jugar al tenis. Pero el tenis, cuando alcanzas un cierto nivel, no solo se trata de cómo jugar, sino de la mentalidad. De luchar. Y no tenemos este tipo de enseñanza. Sé que en España sí se tiene esta mentalidad, quizás a nivel de técnica no seáis los mejores, pero mentalmente sois auténticas bestias. Por eso estamos sufriendo al más alto nivel, porque tenemos la mejor técnica del mundo, pero al final nos acabamos quejando demasiado. Benoit Paire sería el típico ejemplo de esto, ¿no? Si aprendemos cómo convertirnos en mejores luchadores, eso sería genial.
¿Cómo de importante es para ti tener ese espejo de los Tsonga, Monfils, Simon o Gasquet? Imagino que los conocerás, y recorrer el camino que ellos han marcado debe ser un honor.
Lo mejor de todo es que puedes acercarte a ellos sin problemas, hacerles preguntas, ver cómo juegan y entrenan. Cuando era joven, era cercano a Tsonga y Monfils: ahora más con Gilles (Simon), porque jugamos en el mismo equipo en Francia. Es un gran tipo. Richard (Gasquet) también, está en la Federación con nosotros. Cuando los tienes tan cerca, sientes que tú también puedes ser uno de ellos. Esa es la mayor ventaja. Eso sí, esta generación ya va dejando hueco a la nueva generación, y tenemos que centrarnos en ella. Tenemos a Arthur Fils, Luca van Assche, nombres como Rinderknech y Bonzi, que son grandes amigos. Ojalá me pueda unir a ellos pronto.
Vi que este año jugaste un torneo Futures en Brazzaville, Congo. Era la primera vez que se organizaba este torneo. Quería preguntarte por esta experiencia, no es habitual que se disputen torneos en esta parte de África, además de que también he visto que en 2019 jugaste y ganaste un torneo en Lagos, Nigeria.
En primer lugar, Nigeria es el país de mi padre, así que aquella fue una gran experiencia, porque mi padre y toda mi familia estuvieron conmigo, animándome aquellos torneos. Me sentí como en casa, y el torneo fue genial. Las pistas estaban OK, y tienen una Pista Central enorme, por cierto. Nos quedábamos en un hotel cinco estrellas, algo que nunca ves en un Futures, lo que era increíble.
Con respecto al Congo, fui porque, honestamente, me encanta viajar a África. Cuando vuelvo a Europa después de haber pasado tiempo en África siempre juego bien. ¿Por qué? Vuelves con otra mentalidad. Allí te das cuenta de que la gente lucha por vivir. Pelean para poder comer, para tener un techo. Vuelves a Europa… y simplemente disfrutas de ser tenista. Yo he tenido la oportunidad de ser tenista. ¿A cuántos niños en Nigeria les encantaría ser tenistas pero no tienen esa oportunidad? Juegan con zapatos antiguos, utilizan tus cordajes antiguos y son felices con poder jugar así. Te das cuenta de que muchas veces nos quejamos por nada: ellos podrían quejarse por todo y ahí están, disfrutando de la vida. Mi mente tiene una mayor claridad y eso me ayuda muchísimo. Me encanta jugar en África: si pudiese, jugaría todos los años allí (risas). Es una especie de meditación para mí.
Tendríamos que poner más torneos en África, ¿eh? En lugares donde verdaderamente necesiten esas oportunidades.
Es curioso, porque a veces hay muchos jugadores que viajan a África y se quejan. ‘Oh, todo está demasiado sucio’. ‘Oh, la comida no me gusta, está demasiado picante’. Tío, esas son las experiencias que tienes que vivir. No siempre tienes que estar en tu zona de confort, en tu burbuja. Cuando fui a jugar al Congo, la gente me decía que iba a ser muy fácil, que iba a ganar todos los torneos. ¿Sabes qué? Perdí en semifinales la primera semana, 6-3 en el tercer set tras tener bolas de partido, luchando como un loco; mi rival jugó increíble. Fue muy duro para mí aceptar que no había ganado el torneo…
Porque todos te decían que tenías que ganarlo, que era imposible que no lo hicieras.
Exacto. Y me tocaba esperar cuatro días para jugar el siguiente torneo, tenía que empezar de nuevo. Estoy muy feliz por haber ganado el siguiente torneo, pero sufrí muchísimo: gané 7-6 y 7-6 en cuartos de final, 7-6 en el tercer set en semifinales. La gente te puede decir que era muy fácil ganar ese torneo, y que es increíble ganarle a Cachín aquí… pero es que fue más duro ganar las semifinales en Congo, en las que me enfrenté a un chico que no tiene mi ranking y que ‘supuestamente’ es débil, y al que tuve que ganar 7-6 en el tercero, que ganar a Cachín, porque sabes que si pierdes ‘no está mal’, juegas con más libertad. Fue una gran experiencia, pero creo que si escuchas lo que la gente te dice y te fijas en las expectativas vas a acabar perdiendo y sin disfrutar, así que simplemente debes hacer tu trabajo y dejar que la gente hable.
Te lanzo la última, aunque estoy disfrutando mucho con esta charla, es muy enriquecedora. Para ti, ¿qué es lo mejor y lo peor de ser tenista?
Para mí, lo mejor es descubrir el mundo. Al fin y al cabo, viajamos cada semana y eso te enriquece como ser humano. Ves muchas culturas, gente, comidas y estilos diferentes, eso es genial. Al mismo tiempo… esa es una de las partes más duras de este deporte. Nunca estás en casa. La mayoría de veces estás solo. Es un estilo de vida muy solitario, eso es lo peor. Eso sí, cuanto más mejore tu ranking, más posibilidades de poder traer a tu familia y a tus amigos contigo…
¿Sería esa la mejor sensación del mundo para ti?
Claro, por eso todos los grandes jugadores viajan con un equipo tan grande: la mujer, los amigos… es bonito estar alrededor de la gente que te quiere. Tengo suerte de poder tener un par de amigos cercanos en el circuito, e intentamos viajar juntos y apoyarnos los unos a los otros. Al fin y al cabo, el tenis es una lucha constante en la pista, y cuando luchas solo, estás tan lejos de toda la gente a la que quieres y las cosas no te van bien… a veces solo quieres rendirte y volver a casa. Esa es la peor parte.
Es que en estos torneos, a veces, tienes la sensación de que tu vida está en juego, de alguna manera.
Quiero decir… es difícil decir que tu vida está en juego. Perdí a alguien cercano hace apenas dos semanas, sientes que la vida…
No solo es el tenis.
Exacto, que la vida no solo es el tenis. El tenis debería ser eso, un juego. A veces nos ponemos en situaciones en las que sientes que tu vida está en juego… pero la realidad es que eso no es así. Me encanta la mentalidad de Alcaraz: cuando le ves, sientes que está disfrutando del momento. Si lo comparas con Novak, que me encanta, ojo, pero lo ves y sientes que su vida está en juego, que va a morir, que solo el tenis está en su mente; sin embargo, ves a Alcaraz y está sonriendo todo el rato. Otro nuevo jugador al que me encanta ver es Ben Shelton, el tipo sabe cómo disfrutar; también Tiafoe. Me encanta ese tipo de jugadores: luchan, porque como es lógico ellos luchan para ganar, pero no se olvidan de que el tenis es un deporte, en el que a veces se gana y a veces se pierde, y te toca aceptarlo. A veces, solo juegas para ganar. No, tienes que jugar… para jugar. Si ganas, genial; si no ganas, también, porque estás en una pista de tenis haciendo lo que te gusta, no estás en la guerra con un arma. Eso es lo que me ha ayudado a mí, a día de hoy. Esa experiencia me hace luchar muchísimo en la pista, pero si pierdo, está todo bien, hermano. Tener la oportunidad de jugar al tenis es increíble: si pierdo está bien, si gano, mañana tendré otra oportunidad de ganar. Tienes que recordar que, al fin y al cabo, el tenis es un juego, y debes jugar para disfrutar.
* Fotos cortesía de Manuel Jesús Pérez (@comunican2svq)